Hoy te escribo mi newsletter número 100. La 99 llegará dentro de 7 días. 45000 palabras que me han sostenido durante los poco más de dos años desde que arranqué con ella.
La semana pasada fue el cuarto aniversario de la muerte de Kobe.
Pretendo relacionar ambos eventos, veremos si lo consigo.
La mamba mentality está vinculada al pensamiento obsesivo, asesino. Cegados por el momento en el que Pau es enviado a Cuenca en Londres 2012. Pensados por el despliegue marketiniano de una acción así, asociamos el mantra al hecho de pisotear al de enfrente. A la patológica ética de trabajo. Al destruir a todo aquel que no se pone a mi nivel.
Poco virales se hacen sus vídeos donde menciona los 3 pilares que han construido este texto. Lo que para mí significa la verdadera mentalidad mamba. El porqué de hacerle este pequeño tributo.
Los básicos.
Contratar a tu futuro.
Desatender lo que piensas.
Cuando queremos construir un suelo estable, el principio de saliencia (recordamos con más frecuencia la información más reciente, familiar, o llamativa) destruye nuestra constancia. Ver un accidente de avión en la tele nos predispone a dudar de su seguridad, debido a lo catastrófico de la escena. Si conseguimos salir de ahí, observaremos que hay mucho más peligro desplazándonos en carretera. Un riesgo anestesiado con simples estadísticas de operaciones salida. Sauron quitó la mirada del anillo, desatendiendo a los sencillos hobbits, y pago el precio con su vida. La distracción es la verdadera pandemia.
Este principio llama diariamente a nuestra puerta. La cuestión gira entorno a detectar los carteles publicitarios que dispone tu cabeza, con el objetivo de venderte adecuadamente lo que haces en este momento. Lanza confeti alrededor de los comportamientos <pan pa hoy y hambre pa mañana>. También conocidos como <los botella de champán>. Euforia momentánea hasta que suena la alarma al día siguiente y te das cuenta de que sigues siendo el mismo.
Luego están las acciones <bajo radar>. Aquellas que emocionalmente se traducirían como ‘'meh’’, pero que mediante la infravalorada repetición se convierten en lo que el corto plazo desea desde el día uno. Hay que ponerle nombre a ese hijo de puta para reconocerlo cada vez que aparezca.
Los básicos siempre se esconden entre luces de neón. Son aquel amigo al que dejamos de llamar cuando empezamos con nuestro crush. Sabemos que siempre estará ahí, pero es el primer damnificado al dirigir nuestro foco sobre el cuadro más bonito.
Por mucho que sigas entrenando por mejorar, y las acciones más sonoras comiencen a salir, el back to basics debe ser constante en el repertorio de nuestro comportamiento. Kobe dixit.
Recordemos ahora el objetivo prioritario de nuestra cabeza: darnos razones para no hacerlo. Responderemos así a la inversa, ¿cuál es el coste de no hacerlo? Kobe se anticipaba, el contrato ya estaba firmado. Escribirlo te hace dejar de pensarlo. No hay que negociar con lo que sea que haya ahí arriba. Unido a la siempre capacidad de no escucharse cuando toca. Porque no debemos juzgar las decisiones del pasado con la sabiduría del presente, igual que no podemos dejar vendido al futuro por los caprichos del momento inmediato. Es todo un juego temporal a tres bandas.
Qué saco del pasado que, mediante el presente, me pone en disposición de disfrutar del satisfactorio futuro. Las nornas de Hércules llegarían así a tu equipo. En lugar de jugar siempre en nuestra contra.
Puesta en el estrado se encuentra la psicología. Me recuerda al episodio donde Bart sufre la muerte por éxito, hastiado de las peticiones con el ‘’di lo tuyo’’ por bandera. Ahora esperamos que la salud mental nos rescate. Olvidándonos que la constancia, por lo tanto, la repetición, siempre ocupará un lugar previo en la ecuación. Tu yo del futuro es el único que le puede poner un nombre suculento y reconocible a ese camino, para no caer en el ansiado ‘’ya mañana, si eso’’.
En el juego del comportamiento humano, la ilusión de control rige las reglas de este cluedo. Me encanta la frase de no por todos comportarnos sabemos de comportamiento. Es tal cual. Aquello que es simple en su forma, está lejos de ser sencillo en su implementación.
¿La putada de todo esto? La frustración entrará a este acto de tu obra de teatro particular.
¿Quién sufre más? El que suspende el examen de matemáticas habiendo estudiado, o el que no ha tocado ni un libro y se la pelaba por completo. La expectativa es el peor juez. Y el simple hecho de vivir nos rodea de ellas en lo que a psicología se refiere.
Si sé lo que hay que hacer, por qué cojones no me sale.
Si sé lo que me hace mal, por qué me sigo sintiendo igual.
Si sé lo que me hace bien, por qué me cuesta tanto volver a realizarlo.
Simple, no sencillo. Familiar no es igual a juego de niños. Únicamente aumenta la sensación de incompetencia por el conocimiento del camino recorrido.
Todavía no sé que conclusiones saco de llevar 100 (99) veces haciendo esto. Lo que sí sé, es que merecía la pena adelantar el momento para vincularlo al que ha sido uno de los estandartes de toda la batalla psicológica que significa el deporte.
Si algo puedo decir para acabar, es que la repetición y la constancia, aun cuando no sabes a dónde te querrás dirigir mañana, siempre serán la mejor manera de sacar conclusiones. Y de encontrar bellas casualidades durante ese trayecto, pese a que a veces estemos demasiado pendientes de la puta zanahoria.
Gracias, Kobe.