La semana pasada estuve en Mallorca, dando una charla en la UIB para las compañeras de la Asociación de Representantes de Psicología. Luego me puse malo, me levanté el jueves con la cabeza a una cerilla del estallido. Decidí no escribir.
En aquellas tierras surgieron ideas interesantes que desarrollaré en próximos correos. Limitando así la sostenibilidad de mi obsesión.
Compenso el camino con una flexibilidad psicológica tantas veces ausente, y a la que hoy le tengo que estar agradecido. Estaba escribiendo sobre el nuevo episodio con Erik Quintela, y he creído conveniente extenderme un poquito, y unirlo a la newsletter 101, para así compensar el vacío de la semana pasada.
Lo hago por ti. Pero aún más por mí.
El domingo, día donde religiosamente nace un nuevo episodio de Psych&Roll, es el momento donde practicamos la eternidad.
Porque eternas son las dudas, reunidas bajo el paraguas de la incertidumbre. Incómodas, debido a nuestras respuestas emocionales primitivas. Lo único que ha evolucionado ha sido el lenguaje, la manera que tenemos de contarnos las cosas. Herramienta de un solo uso destinada a sujetar nuestras reacciones más automáticas.
Por eso hay que irse a los clásicos. Gracias, Serrat.
Bienaventurados los que lo tienen claro, porque suyo es el reino de los ciegos.
Les contaba a las chicas que acudieron a mi charla, que aquel al que vemos dar el speech más convencido del mundo en un siempre exigente salón de actos, puede estar nervioso de cojones (y lo estaba, era yo) en la infinita cuenta atrás que precede a la charla. Pensamos que el que ahí se encuentra lo tiene todo claro, que para actuar hay que primero estar seguro.
Siempre nos pasa igual. En el último momento, cuando el sol más calienta, cambiamos el orden de los factores de la ecuación, y el profesor de matemáticas te acaba suspendiendo aún sabiéndote el examen.
Mamá, te lo juro que me lo sabía. Ya hijo, pero has vuelto a sacar un 4.
Quizá esa hostia de realidad arroje algo de luz a la incógnita. Porque la motivación, las ganas, la seguridad, o la confianza, siempre van a la cola del tren, nunca en el primer vagón. Actuar será la condición necesaria e inamovible para colocar correctamente los elementos de tu integral.
Sobrevaloramos las capacidades de aquel que vemos llegar desde el otro lado. Infravaloras las tuyas mientras esperas un tren que nunca va a llegar, a no ser que saques el billete.
Al final, Barney en Cómo Conocí a Vuestra Madre, llevaba razón. Lo siento, ella no va a venir.
Quizá todo resulte en pelar los champiñones cada vez mejor, y no cegarnos por hojas de ruta ajenas. Sabiendo que lo más probable es que estén improvisando.
Mi compañera Sandra te resume de maravilla el artículo.
Por eso el big 3 que más me resuena ahora sigue siendo el siguiente:
Improvisar - Alinear – Repetir
Traducido quedaría algo como:
Exploración- Valores - Actuar
Me apetece hacer una segunda parte de esto, así que el jueves que viene le daré continuidad.
Tolkien te recuerda que ‘‘no todo el que deambula anda perdido’’.
Por eso, bienvenidas las dudas.