Leí por ahí, no recuerdo el autor, que los seres humanos somos fáciles. Las interacciones entre ellos, complicadas de cojones.
Cada persona carga con dos bolsas de monedas. Una depende de los comportamientos que obtenemos de los demás. La otra, de nuestras conductas dirección hacia el resto.
Las relaciones deportivas versan sobre el quid pro quo, y aquí entró una de las ideas que más me gustan de Diego Ruano. El banco de Zeljko.
Zeljko Obradovic es, probablemente, uno de los entrenadores más contrastados y exitosos en la historia del baloncesto europeo. Además de por sus logros, es conocido por su personalidad arrolladora que, lejos de hacer prisioneros, no duda en dejar títeres sin cabeza si el objetivo y la situación lo demanda.
El trato con los jugadores nunca se da en el vacío. Sea un grito, o una palmadita en la espalda. Nos encanta construir historias coherentes, y así hemos transitado demasiados años asociando el trato verbal agresivo con el acercamiento a nuestras ansiadas cotas. Da igual a quien tenga delante. Si ejecuto una comunicación agresiva, los resultados van a llegar. Independientes de edades y contexto, las bolsas de tus receptores se iban vaciando, dejándote anclado en una carretera sin salida con las palabras más duras escritas en el muro.
¿Por qué no funciona?
Le preguntaron sobre esto a Obradovic en una entrevista. Mis jugadores saben lo que hay. Pues cada vez que necesitan ayuda, pueden abrir mis puertas para obtener una solución en forma de respuesta. Sus bolsas eran nutridas a lo largo de la semana, una simbiosis construida cuyo culmen ocurría en el momento más álgido de la competición, el partido.
Es injusto, pero a la vez entendible, que esa sea la única información que obtenemos de un proceso así. Obviamos todo el trayecto previo que permitía a Zeljko activar las teclas de esos tratos. Todavía no he escuchado a ninguno de sus ex jugadores decir una sóla mala palabra sobre él.
Jasikevicius lo intentó, pecando de no llenar lo suficiente las bolsas de sus marines. Duras y reveladoras fueron las palabras de Abrines al año siguiente: no puedes jugar cuando tienes a una persona gritándote en la oreja todos los días.
La psicología de verdad no demoniza el castigo. Al contrario, le da un sentido, una historia. La entiende como un banco donde depositas recursos para ellos, pudiendo así pedir explicaciones cuando llegue la hora de la verdad. Si no hay un para qué, es imposible que la interacción entrenador – equipo funcione.
Este junio está preparado para que diseñes tu bolsa, además de tu relación con aquella que cada uno de tus jugadores lleva en su mochila. El banco de Zeljko es el suyo, de nadie más. Pero eso no significa que tú no puedas construir el tuyo.
VII Jornadas de Psicología y Baloncesto
Para saber rellenar, y vaciar, las bolsas de los que te rodean, aquí arriba