Cuanto respeto, rechazo, miedo, según la ocasión lo requiera, se le tiene al pensamiento. Es como existir con un juez particular que poco tiene que ver contigo. Sin embargo, ese es precisamente su fuerte. Proponer personificación ante palabras encadenadas desde la más frustrante falta de educación. Ni llaman al entrar, ni avisan al salir. Los ves en casa, claro, cómo no te iban a definir.
La relación con estos eventos parte de una conversación trazada. Construir una ruta que convierta los bucles, en espirales.
Cada vez que sale el tema con la gente que trabaja conmigo utilizo esta representación gráfica para profundizar en el proceso.
Bucles
El bucle enreda, desespera, y sobretodo miente. Te hace ver de cerca lo que en realidad supone una densificación asfixiante del ambiente. Pierdes claridad. Sesgo palpable e in crescendo ante cada vuelta dada en sus consecutivas circunferencias. Otorga sensación de control. Percepción de poder. Modificar los hilos del saber. Nos hace creer costureros, cuando no distamos tanto del delirante que ve oasis entre tanto desierto.
Por qué a mí
Qué pasará
Y si hubiera…
Sé que llevo razón
No voy a poder
Ni siquiera sé si valgo para esto
Catastrofismo. Absolutismo. Polarización. Ser, y no hacer. Anticipación. Frustración. Melancolía. Miedo. Mismo perro, distinto collar. Cada uno con su propio diccionario, pero con el mismo objetivo. Paralizarte.
Espirales
La espiral te da una dirección. Ruta para esos pensamientos. A veces consiste simplemente en colocar una fecha de caducidad, pues hay preocupaciones inabordables en según que fechas. Bien porque no dependan de ti, o porque no sea el momento adecuado para encargarte de ellas.
Olvidar. Aceptar. Solucionar. Esperar. Cualquiera de ellas, en función del componente de tu bucle. Conformadas por el mismo ingrediente. Actuar. Te hablé la semana pasada de la diferencia entre aceptación y resignación. A veces las salidas de esa rotonda no conllevan movimiento físico, sino únicamente psicológico. Tus acciones debajo de la piel son siempre las más complicadas, pero las más importantes.
En ocasiones, puede ser que salgas del ciclo sin conocer la dirección adecuada, pero pocas conclusiones se pueden sacar si tus pensamientos tienden a infinito. Mucho mejor volver al punto de partida, después de un viaje insatisfecho, consciente de que la dirección tomada no fue la correcta y sabedor así de los lugares <que no son>.
Eliminar fichas en el <quién es quién> de la vida te da información, y claridad. Qué bien lo explica mi compañero Lorenzo en este vídeo, contraponiento decisiones a direcciones.
Geométricamente, el bucle y la espiral tienen formas similares. Sentidos totalmente distintos. Pensar es útil, la cuestión reside en aprender cómo hacerlo.
Estos elementos tienen tu lenguaje como material principal. Un elemento totalmente entrenable. Primero desde la detección, luego descripción, finalmente la pregunta que más dirección cubre, y con todo esto, ¿qué voy a hacer?
Es útil simplificar nuestras movidas psicológicas a través de señales visuales y clarificadoras. Estrategias que te ayuden a sustituir, no a eliminar. No hay que temerle a los bucles, más bien trabajar por convertirlos en espirales.
Preocupaciones necesarias, direcciones requeridas.


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